El fin de semana pasado había quedado en ir a visitar a mis amigos Alex y Mª José a su parcela. Y a mí siempre me gusta llevarles un detallito de los míos, algo que haya hecho yo. Me puse a pensar en algo que pudiera hacer; las dos condiciones esta vez eran: algo que se pudiera hacer sin horno y se pudiera transportar en la moto. ¡Cada vez me complico más la vida! Pero siempre encuentro algo…
Hacía unos días que me había puesto a ordenar mi cuaderno de recetas. Me lo regaló mi excompañera Ruth hace un montón de años. En vez de un cuaderno parecía una carpeta; toda receta que me gusta, la recorto y la meto entre las hojas.
Así que estuve de limpieza y me topé con un papel escrito por mí a bolígrafo que ponía: “bollitos que hace Josefina”, con fecha del diez de noviembre de 2003.
Estos bollitos -que hasta hoy no sabía ni cómo se llamaban- los había probado en casa de mi abuelo Mariano. Josefina, su compañera, mi “abuelastra” como a veces la presento a mis amigos, los solía hacer y a mí me encantaban. Así que supongo que algún día le pregunté cómo se hacían los famosos bollitos y lo apunté en aquel papel.
Dando vueltas sobré qué llevar a mis amigos, se me ocurrió volver a hacer los pestiños. Recordaba que salían muchos con la receta original. Y decidí reducir las cantidades a la mitad… ¡Y menos mal! ¡Cómo cunde la masa…!
Yo lo que conocía por pestiños eran unos bollitos de masa frita rebozados en miel. Pero he investigado y la opción que yo he hecho también es posible y se llama igual.
Qué es lo que necesitamos:
- 1/2 taza de zumo de naranja recién hecho
- 1/2 taza de vino blanco
- 1 taza de aceite de oliva virgen frito
- harina de trigo (la que absorba)
- azúcar
- canela
- papel de cocina absorbente
- rodillo
Cómo lo hacemos:
Lo primero que tenemos que hacer es freir el aceite de oliva. Hay personas que aromatizan este aceite friendo en él cáscara de naranja o de limón, una ramita de canela e incluso semillas de anís. Yo la verdad es que no eché nada. Hay que estar atentos a que nos se nos queme el aceite. Dejamos enfriar.
- Echamos el aceite
- Lo freímos
Mientras se enfría podemos hacer la mezcla de azúcar y canela. Ponemos azúcar en un cuenco y echamos canela a gusto de cada uno. Mezclamos bien.
Hacemos el zumo de naranja.
Cogemos una ensaladera grande. Ponemos el zumo e incorporamos el vaso de vino blanco. La verdad es que yo utilicé una botella de vino que tenía de la boda de mi prima Arancha. Lo siento prima, era el que tenía más a mano para la receta.
Y por último el aceite.
Removemos todos los ingredientes líquidos.
Por último vamos añadiendo harina poco a poco y vamos amasando hasta obtener una pasta homogénea que se despegue de nuestras manos.
- Amasamos con las manos
- Masa compacta
Cogemos una tabla, la enharinamos. Tomamos una porción de masa y estiramos hasta conseguir el grosor que queramos. Unos dos mm. Cortamos en tiras.
- Cortamos en tiras
- Cortamos en tiras
Ponemos a calentar una sartén con aceite de oliva limpio en cantidad. Yo eché unas cáscaras de naranja para saber cuándo estaba el aceite caliente.
- Calentando aceite
- Cáscara de naranja
Vamos friendo la masa por tandas. Veréis que en cuanto ponéis la masa en la sartén, ésta sube para arriba. Dejamos freir un par de minutos por cada lado.
- Freímos en aceite caliente
- Damos la vuelta hasta que se doren
Cuando estén, los pasamos a una bandeja con papel de cocina absorbente para quitar el exceso de aceite. Antes de que se enfríen los rebozamos con la mezcla de azúcar y canela, y los ponemos en otra bandeja. Así hasta terminar toda la masa…
¡Salieron espectaculares! Eso sí, son una bomba calórica.
- Ampliación
- Ampliación