¿A quién no le gusta una buena tarta de queso? Y no me refiero a las típicas tartas de queso que te dan en los restaurantes o las que se hacen con queso fresco tipo Philadelphia… Las que se hacen con este tipo de queso están chupadas de hacer (aunque personalmente yo nunca las he hecho porque no me van mucho), pero al final el sabor te cansa. En la cocina hay que estar un poquito más de tiempo…
La receta que os presento hoy es una variación de la que aparece en el libro El libro esencial de la cocina vegetariana, de la editorial Könemann. Si tenéis oportunidad de comprarlo os lo recomiendo totalmente. Tiene ya unos cuantos años, pero es fantástico. Yo se lo regalé a mi madre hace años, pero la verdad es casi que yo me he adueñado de él. Hay recetas suculentas y fáciles de hacer. El pastel de queso que se propone en el libro en vez de llevar fresas lleva arándanos y moras frescas. También he cambiado los tipos de queso: según la receta original hay que echar requesón ligero y queso de ricotta fresco. Y yo he decidido utilizar queso Mascarpone, porque le da un saborcito muy peculiar, y queso fresco batido, en este caso porque no encontré requesón.
Qué necesitamos (para dos moldes de 23 cm)
– para la base de galletas
- 250 g de mantequilla
- 2 tazas de copos de avena
- 200 g de galletas (pueden ser galletas tipo Digestive o galletas tipo “María”)
- 4 cucharadas de azúcar moreno
– para el relleno de queso
- 200 g queso Mascarpone
- 750 g de queso fresco batido o de requesón
- 180 g de azúcar
- 250 g de nata líquida
- 4 huevos
- 2 cucharadas de ralladura de naranja
- 2 cucharadas de harina
– para la cobertura
- 250 g de fresas
- 4 cucharadas de mermelada de fresas (solo para dar brillo)
- 1 chorrito de licor de cerezas (yo eché un chorrito de ron blanco)
papel de horno
Cómo lo hacemos:
Lo primero que tenemos que hacer es la base de las tartas. Para ello cogemos las galletas, las introducimos en una bolsa de plástico y las trituramos con un rodillo. Si no tenéis rodillo podéis utilizar una botella o simplemente utilizad las manos. Las galletas deben quedar como polvo fino.
Ahora tenemos que echar las dos tazas de copos de avena, el azúcar y la mantequilla derretida. Mezclamos la masa con las manos.
Cogemos los dos moldes, los untamos con un poquito de aceite y los forramos con papel de hornear. Después vamos distribuyendo la masa por el molde haciendo un borde de unos dos centímetros. Los metemos en el frigorífico para que solidifique.
Ahora vamos a hacer la crema de queso.
Cogemos una ensaladera gigante y echamos el queso Mascarpone, las tarrinas de queso ligero y el azúcar. Mezclamos bien con una cuchara de metal.
Yo al final utilicé la batidora eléctrica.
Añadimos los cuatro huevos y seguimos batiendo.
Cogemos una naranja y rallamos la piel; la añadimos a la mezcla y por último incorporamos las cucharadas de harina. Batimos un poquito más hasta que la mezcla quede muy fina.
Sacamos los moldes de la nevera y los vamos rellenando con la crema de queso. Precalentamos el horno unos diez minutos a 180º.
Metemos las tartas en el horno y dejamos que se hagan unos 40 – 45 minutos.
Mientras se hace la tarta vamos a cortar las fresas. Primeramente las tenemos que lavar bien y luego las secamos. Quitamos el rabito verde. Con un cuchillo bien afilado vamos haciendo laminitas finas.
Sacamos las tartas del horno y las dejamos enfriar unos diez minutillos.
Ya enfriadas, empezamos a decorar la tarta poniendo láminas de fresas desde afuera para dentro haciéndo círculos.
Así tienen que quedar…
Por último tenemos que hacer un sirope para bañar las fresas y que cojan un poquito de brillo. Para ello ponemos en una cazuela la mermelada con el ron y calentamos un poquito hasta que quede una salsa más o menos líquida. Después con un pincel de silicona pintamos las fresas con cuidado. Si no queréis echar ron, le viene bien también licor de fresas, moras o incluso de cerezas.
Dejamos enfriar una horitas en la nevera. Después desmoldamos y queda así.
Una visión más de cerca…
Otra foto en la que se puede apreciar el bordecito…
Las dos tartas se acabaron en un abrir y cerrar de ojos en la oficina… La verdad es que queda muy buena porque el relleno no es tan pesado como las que se hace con queso de crema tipo Philadelphia.
¿Os animáis a hacerla?